Luego mojamos el bastoncito de los oídos en el líquido mágico (jabón para fregar los platos) y… ¡Ahí lo tenemos! Todos los colores echaron a correr hacia las esquinas. Para pintar solo hay que arrastrar la pintura con cuidado, con la puntita del bastón. Micaela estuvo practicando un ratito.
Luego pasamos ya a añadir un poco de todo: colorante el polvo, hierbecitas de la cocina… lo que había por ahí.
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